16th September. I am a damned lamer.
Hoy, de nuevo, me llevé los apachusques para jugar al fútbol, pero tampoco estábamos suficientes, así que me fui a clase de ‘Applied Dynamics & Control’, que es una asignatura de cuarto curso que imparte Willi. Un poco rollete porque es muy matemática, y, además, son cosas que me suenan mucho. Yo pensaba que íbamos a ver cosas distintas a las que ya había visto en España, pero no.
Pero vamos, que este día lo recordaré como el día en que me pasé de listo. Como de costumbre, me puse a enredar con el ordenador como si supiera lo que hacía, con los resultados habituales: catástrofe. Veamos, Chunmin quería hacer una red lan en la oficina y poner un ordenador como servidor de impresión, así que me pidió que cambiase el dominio para ponerme en el que él había creado en el servidor. Claro, como los Albertos me dieron permisos de administrador en el portátil, podía hacer cambios de este tipo en la configuración. Qué listo soy, mira lo que puedo hacer. ¡Ay, bendita ignorancia! Resulta que cambié el nombre del dominio y quité el de la universidad, pero antes no me creé un usuario local. Moraleja: no podía entrar al ordenador, porque no sabía la contraseña local de administrador. Vamos que la había cagado, pero bien. Como me suele pasar con estas cosas, me entró el pánico y apliqué una variante de la técnica Ismael (para el que no lo sepa, la técnica Ismael consiste en el formateo compulsivo de discos duros XDDD) : la sobreinstalación del sistema operativo. Al sobreinstalarse lo que ocurre es que se borran todas las librerías dinámicas y la configuración antigua. Así que me borré todo el correo que tenía y encima no podía ejecutar casi ningún programa. Bueno, que me pasé la tarde reinstalando. Y menos mal que Manuel me pasó una copia del Office 2003, porque no lo tenía aquí. (Ahora que lo pienso, los directorios de los usuarios antiguos están ahí todavía, así que a lo mejor todavía puedo abrir los correos…)
Con el bajón que tenía encima por el desaguisado del ordenador, esa noche no me apetecía salir, así que me quedé en casa hablando un buen rato con Florence, aprovechando que Philippa había salido y no nos molestaría, que se pone mu cansina. Estuvo contándome cosas muy interesantes de Japón y de Korea. Ya os las contaré cuando nos veamos.
Me acosté temprano porque al día siguiente tenía el test de nivel para lo de los cursos de Cambridge, pero cerca de las doce me despertó una música a toda leche que venía de la calle. Era ópera, y a ver si sabéis quién era el gamberro que la tenía a toda pastilla: Philippa. La madre que la parió. Pero que la tía se quedó en el coche (con las ventanillas abiertas) con la ópera a todo trapo. Imaginaos cómo fue la cosa que un vecino le estuvo diciendo lindeces hasta que apagó la maldita radio. En fin, creo que a esta tía le falta un tornillo…
Pero vamos, que este día lo recordaré como el día en que me pasé de listo. Como de costumbre, me puse a enredar con el ordenador como si supiera lo que hacía, con los resultados habituales: catástrofe. Veamos, Chunmin quería hacer una red lan en la oficina y poner un ordenador como servidor de impresión, así que me pidió que cambiase el dominio para ponerme en el que él había creado en el servidor. Claro, como los Albertos me dieron permisos de administrador en el portátil, podía hacer cambios de este tipo en la configuración. Qué listo soy, mira lo que puedo hacer. ¡Ay, bendita ignorancia! Resulta que cambié el nombre del dominio y quité el de la universidad, pero antes no me creé un usuario local. Moraleja: no podía entrar al ordenador, porque no sabía la contraseña local de administrador. Vamos que la había cagado, pero bien. Como me suele pasar con estas cosas, me entró el pánico y apliqué una variante de la técnica Ismael (para el que no lo sepa, la técnica Ismael consiste en el formateo compulsivo de discos duros XDDD) : la sobreinstalación del sistema operativo. Al sobreinstalarse lo que ocurre es que se borran todas las librerías dinámicas y la configuración antigua. Así que me borré todo el correo que tenía y encima no podía ejecutar casi ningún programa. Bueno, que me pasé la tarde reinstalando. Y menos mal que Manuel me pasó una copia del Office 2003, porque no lo tenía aquí. (Ahora que lo pienso, los directorios de los usuarios antiguos están ahí todavía, así que a lo mejor todavía puedo abrir los correos…)
Con el bajón que tenía encima por el desaguisado del ordenador, esa noche no me apetecía salir, así que me quedé en casa hablando un buen rato con Florence, aprovechando que Philippa había salido y no nos molestaría, que se pone mu cansina. Estuvo contándome cosas muy interesantes de Japón y de Korea. Ya os las contaré cuando nos veamos.
Me acosté temprano porque al día siguiente tenía el test de nivel para lo de los cursos de Cambridge, pero cerca de las doce me despertó una música a toda leche que venía de la calle. Era ópera, y a ver si sabéis quién era el gamberro que la tenía a toda pastilla: Philippa. La madre que la parió. Pero que la tía se quedó en el coche (con las ventanillas abiertas) con la ópera a todo trapo. Imaginaos cómo fue la cosa que un vecino le estuvo diciendo lindeces hasta que apagó la maldita radio. En fin, creo que a esta tía le falta un tornillo…

2 Comments:
Paco, ¡haber llamado a Electrónica Web!!!!
;)
Al menos piensa que Luis no estuvo delante para restregártelo durante toda tu vida. ¿A que sirvo de alivio?
Ahí le has dao de lleno. Por lo menos me queda el alivio de no ser el hazmerreir, porque sólo lo sé yo... Bueno, y algunos buenos amigos ;)
Tenía que haber llamado a Muzamánnn a comprar el "Linusito, arregla los OS en un momentito". Tonto de mí...
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