11 de Agosto. Supper at home.
Ayer la verdad es que no hice nada interesante aparte de probar un par de ensaladas raras en el restaurante y llamar a mi madre, así que no voy a contar nada, porque al final Riaan no me llamó, lo cual me parece bastante normal De hecho, igual me dijo que me pasase por su casa y yo no me enteré, o igual incluso quedamos en algún sitio sin darme cuenta. El caso es que no he sabido de él.
Hoy he entrado por primera vez en la biblioteca principal del UCD, y es un pasote comparada con lo que tenemos nosotros. La verdad es que un pasote se queda corto. Es la releche en bicicleta. No veas qué cantidad de publicaciones periódicas científicas tienen. Y por fin he encontrado el Meirovitch, pero el bueno, el de Fundamentals on vibrations. Pues para entrar resulta que necesitas la tarjeta de estudiante, que tiene una banda magnética y la tienes que pasar por un lector como en el metro para que te deje entrar. Lo que pasa es que como todavía no me han dado la dichosa tarjeta, me han hecho una provisional de cartón y me han dejado pasar. Una vez dentro se acabaron las miserias, ¿para qué vas a subir escaleras si son mecánicas y te suben ellas? Mu currao. Tiene cuatro plantas y la de ingeniería es la última. Una vez dentro una señora muy simpática me ha explicado cómo buscar los libros en el computer, cómo está distribuida la numeración en las estanterías y cómo sacar fotocopias, que aquí tienes que comprar una tarjeta magnética (como una de crédito) e ir rellenándola cuando quieras hacer copias. 1€ = 17 fotocopias. Echad cuentas.
Luego he estado comiendo con Tangwen y Valentine en el restaurante. Me ha parecido bastante curioso que estábamos tres personas de tres continentes distintos. El próximo día a ver si está también Guillermo, el peruano, y así ya sólo nos quedará buscar un australiano/neozelandés para completar la vuelta al mundo . Menudo trío. El menú era patatas fritas, arroz y una especie de estofado con curry. Very good, actually.
Esta tarde había quedado en encontrarme con Hernán, el hijo de Daniel y Gabriela, pero finalmente no pudo ser porque llegó tarde de una excursión que estaba haciendo y yo me tenía que ir a casa a cenar con Philippa y sus amigos.
Cuando volvía a casa, estuve hablando con Tangwen (que vive muy cerca de donde vivo yo), y le pregunté acerca de las instalaciones deportivas. No sé, quizá me apunte a algún club para conocer gente. Hay multitud de deportes para elegir. Aquí hay dos deportes nacionales: el fútbol gaélico y el hurling (creo que se escribe así). Lo del fútbol gaélico es cachondísimo, porque es una mezcla de fútbol y rugby, y la gente coge el balón con la mano, sale corriendo, y cuando está en el área lo suelta y le pega un patadón para tirar a portería. Crazy! El hurling no sé muy bien en qué consiste, pero se juega con unos sticks para batear y parar la pelota. Parece un deporte para personas con reflejos felinos. Intentaré ir a ver algún partido, que parece que se juegan todos en Dublín ahora durante el verano. Me han dicho que los equipos buenos son Cork y Kilkenny.
Bueno, elucubraciones al margen, cuando he vuelto a casa, Philippa casi había terminado de preparar la cena. Yo pensaba que iba a ser un piscolasbis en plan relajado y tal como podemos hacer alguna noche allí en España, pero no. Era una cena en toda regla. Con su vino de bienvenida (italiano, no español) en el sitting room, y la dinner sentados a una mesa en el living room, al lado de la kitchen. Me ha hecho bastante gracia que la dueña dijera que era una ‘fish paela’, porque eso no era una paella ni de cachondeo, pero claro, me he callado por no dar demasiado por saco. El caso es que era arroz (otra vez) con salmón y verduras. Y estaba muy bueno. Ha sido extraño porque ese ha sido el primer plato, después ha pasado un bol con ensalada (compuesta, básica y únicamente, de lechuga), y después queso y crackers (una especie de tostadas). Yo creo que lo lógico era comerlo al revés, pero bueno. Para postre unas fresas con crema (nata líquida) y azúcar.
Pues a las 19:30 ha empezado a venir la gente. Puntualmente ha llegado Charlotte, que es la hija de Ann, la mujer francesa que conocí la semana pasada. Después Hugo y Rosalind, que se casan el mes que viene y en cuyo honor era la cena. A continuación Alfred que es un libanés de padre irlandés y madre italiana, y que nos ha contado cómo le secuestraron dos veces por error en el Líbano y cómo, los secuestradores, al darse cuenta de su error, le invitaban a tomar café como si nada hubiese pasado. Increíble. Por último, y casi media hora tarde (ni que fuesen yo, joder), James y Niamh que son un matrimonio que parece que hayan viajado por medio mundo. ¡¡Si hasta habían estado en Toledo y Ciudad Real!! La verdad es que ha sido bastante agotador intentar entender lo que decían, porque hablaban de muchas cosas, y de muchos sitios, (por cierto, no saben ni pronunciar Santiago de Chile), dos o tres personas a la vez, así que prácticamente no he entendido nada. Pero ha estado bien para practicar acentos. De lo poco que me he enterado ha sido de que Philippa fue azafata en la PANAM, la compañía que estafaba Leonardo Di Caprio en “Atrápame si puedes”.
Bueno, pues espero que mañana la barbacoa del departamento no sea igual y pueda comunicarme algo más con la gente, porque esta noche casi no he podido ni meter baza. A ver si hago amigos irlandeses que me enseñen los secretos de la ciudad y me ayuden a pillar unas entradas para el hurling.
Hoy he entrado por primera vez en la biblioteca principal del UCD, y es un pasote comparada con lo que tenemos nosotros. La verdad es que un pasote se queda corto. Es la releche en bicicleta. No veas qué cantidad de publicaciones periódicas científicas tienen. Y por fin he encontrado el Meirovitch, pero el bueno, el de Fundamentals on vibrations. Pues para entrar resulta que necesitas la tarjeta de estudiante, que tiene una banda magnética y la tienes que pasar por un lector como en el metro para que te deje entrar. Lo que pasa es que como todavía no me han dado la dichosa tarjeta, me han hecho una provisional de cartón y me han dejado pasar. Una vez dentro se acabaron las miserias, ¿para qué vas a subir escaleras si son mecánicas y te suben ellas? Mu currao. Tiene cuatro plantas y la de ingeniería es la última. Una vez dentro una señora muy simpática me ha explicado cómo buscar los libros en el computer, cómo está distribuida la numeración en las estanterías y cómo sacar fotocopias, que aquí tienes que comprar una tarjeta magnética (como una de crédito) e ir rellenándola cuando quieras hacer copias. 1€ = 17 fotocopias. Echad cuentas.
Luego he estado comiendo con Tangwen y Valentine en el restaurante. Me ha parecido bastante curioso que estábamos tres personas de tres continentes distintos. El próximo día a ver si está también Guillermo, el peruano, y así ya sólo nos quedará buscar un australiano/neozelandés para completar la vuelta al mundo . Menudo trío. El menú era patatas fritas, arroz y una especie de estofado con curry. Very good, actually.
Esta tarde había quedado en encontrarme con Hernán, el hijo de Daniel y Gabriela, pero finalmente no pudo ser porque llegó tarde de una excursión que estaba haciendo y yo me tenía que ir a casa a cenar con Philippa y sus amigos.
Cuando volvía a casa, estuve hablando con Tangwen (que vive muy cerca de donde vivo yo), y le pregunté acerca de las instalaciones deportivas. No sé, quizá me apunte a algún club para conocer gente. Hay multitud de deportes para elegir. Aquí hay dos deportes nacionales: el fútbol gaélico y el hurling (creo que se escribe así). Lo del fútbol gaélico es cachondísimo, porque es una mezcla de fútbol y rugby, y la gente coge el balón con la mano, sale corriendo, y cuando está en el área lo suelta y le pega un patadón para tirar a portería. Crazy! El hurling no sé muy bien en qué consiste, pero se juega con unos sticks para batear y parar la pelota. Parece un deporte para personas con reflejos felinos. Intentaré ir a ver algún partido, que parece que se juegan todos en Dublín ahora durante el verano. Me han dicho que los equipos buenos son Cork y Kilkenny.
Bueno, elucubraciones al margen, cuando he vuelto a casa, Philippa casi había terminado de preparar la cena. Yo pensaba que iba a ser un piscolasbis en plan relajado y tal como podemos hacer alguna noche allí en España, pero no. Era una cena en toda regla. Con su vino de bienvenida (italiano, no español) en el sitting room, y la dinner sentados a una mesa en el living room, al lado de la kitchen. Me ha hecho bastante gracia que la dueña dijera que era una ‘fish paela’, porque eso no era una paella ni de cachondeo, pero claro, me he callado por no dar demasiado por saco. El caso es que era arroz (otra vez) con salmón y verduras. Y estaba muy bueno. Ha sido extraño porque ese ha sido el primer plato, después ha pasado un bol con ensalada (compuesta, básica y únicamente, de lechuga), y después queso y crackers (una especie de tostadas). Yo creo que lo lógico era comerlo al revés, pero bueno. Para postre unas fresas con crema (nata líquida) y azúcar.
Pues a las 19:30 ha empezado a venir la gente. Puntualmente ha llegado Charlotte, que es la hija de Ann, la mujer francesa que conocí la semana pasada. Después Hugo y Rosalind, que se casan el mes que viene y en cuyo honor era la cena. A continuación Alfred que es un libanés de padre irlandés y madre italiana, y que nos ha contado cómo le secuestraron dos veces por error en el Líbano y cómo, los secuestradores, al darse cuenta de su error, le invitaban a tomar café como si nada hubiese pasado. Increíble. Por último, y casi media hora tarde (ni que fuesen yo, joder), James y Niamh que son un matrimonio que parece que hayan viajado por medio mundo. ¡¡Si hasta habían estado en Toledo y Ciudad Real!! La verdad es que ha sido bastante agotador intentar entender lo que decían, porque hablaban de muchas cosas, y de muchos sitios, (por cierto, no saben ni pronunciar Santiago de Chile), dos o tres personas a la vez, así que prácticamente no he entendido nada. Pero ha estado bien para practicar acentos. De lo poco que me he enterado ha sido de que Philippa fue azafata en la PANAM, la compañía que estafaba Leonardo Di Caprio en “Atrápame si puedes”.
Bueno, pues espero que mañana la barbacoa del departamento no sea igual y pueda comunicarme algo más con la gente, porque esta noche casi no he podido ni meter baza. A ver si hago amigos irlandeses que me enseñen los secretos de la ciudad y me ayuden a pillar unas entradas para el hurling.
